Prever un escenario futuro es saber anticiparse a los tiempos. Y, en Mercadeo, cuanto más sepamos lo que ocurrirá en unos años, mejor vamos a poder adaptarnos. La tecnología es nuestra gran aliada, pero tenemos que saber que es una herramienta y no un fin en sí misma.
Conocer el comportamiento del futuro consumidor y a las nuevas generaciones nos dará un marco de aprendizaje concreto, donde se podrán destinar técnicas y soluciones para sobrevivir en el ecosistema organizacional y luego aplicar la tecnología. El objetivo de cualquier proceso de transformación digital es mejorarle la calidad de vida a las personas, y por lo tanto, hacerle más simple y fácil cualquier tipo de transacción y gestión comercial.
Es inadmisible quedarse en lo que sucede aquí y ahora cuando estamos inmersos en cambios tecnológicos y sociales tan profundos y veloces.
Debemos proyectar a unos 5/10 años para que no nos tomen por sorpresa. Y proyectar significa conocer, anticiparse e innovar para sobrevivir. Las organizaciones que crean que su modelo de negocio les funcionará igual de aquí a cinco años están perdidas.
En el plano tecnológico, la inteligencia artificial será una realidad, y esto llevará a una automatización en muchos puestos de trabajo que hoy realiza el ser humano. Por lo tanto, será necesario adquirir nuevas habilidades y estar en constante aprendizaje para adaptarse a la economía global que se viene.
Las exigencias
El consumidor del futuro tendrá características propias y habrá que adaptarse a él: será un consumidor cada vez más exigente, por lo que estará dispuesto a pagar más con tal de ahorrar tiempo. Y querrá que las empresas lo conozcan a la perfección, algo que hoy mediante los algoritmos conocemos como ‘Big Data’.
También, tendrá cada vez más conciencia sobre el cuidado del medioambiente, por lo que elegirá productos amigables ecológicamente y hacia 2030 aumentarán los hogares unipersonales en un 30%, por eso el consumidor no va a querer acumular cosas físicas y tenderá a la suscripción, con la lógica del ‘disfrute’ y no de la ‘posesión’.